Este fin de semana, participé, por cuarta vez consecutiva, en una de esas carreras singulares y diferentes para ponerte a prueba: la Wings for Life World Run. Este año, además, tuve la oportunidad de colaborar con ellos creando una serie para mi canal de YouTube (no olvides suscribirte), titulada No Corras como pollo sin cabeza (podéis volver a verla aquí). Hay algunos capítulos memorables, como el de qué hace un runner cuando nadie le ve (podéis ver la parte I aquí y la parte II en este otro link).
Siempre me lo paso genial en la Wings for Life World Run, porque voy con cero expectativas y, al final, para variar termino liándome. Como cuando dices que no vas a salir y cierras los bares. Sin planearlo, te vienes arriba. Quizá por su increíble ambiente y su particular dinámica.
Hacía un calor que se caían los pájaros, porque, además, corríamos a la una del mediodía, pero me sentí muy bien, aunque fui sola todo el recorrido. Como era el día de la madre, me acordé de la mía y en lo que siempre me dice: «si te cansas, para». Oye, y como Forrest Gump, poquito a poquito, seguí sumando kilómetros hasta plantarme en el 20. Allí vi a mi amigo Martín Giacchetta y me dije: «aquí me quedo que hay agua y va a pasar el bus». Probablemente, el catcher car (ya sabéis, que esta es la única carrera en la que la meta te persigue), me hubiese cogido en el kilómetro 22 y no tenía sentido hacer dos kilómetros más y luego tener que volver al 20, para coger el autobús que nos llevaba de nuevo al punto de partida. Esto se llama economía de carrera o ser una señora que corre.
El piloto Carlos Sáinz Jr. iba al volante del catcher car.
Este campo de cebollas ya lo tenía fichado de la edición anterior y para mí fue una de las zonas más duras, porque no había ni una sombra. Solo pensaba que al menos no había cuestas como en Boston. Como me habéis preguntado por Instagram, el pantalón y la camiseta es de Adidas, la gorra de 2XU y las zapatillas las Pegasus Zoom 33 de Nike, las mismas con las que corrí la maratón de Boston.
Con la corredora de trail Leire Fernández, a quien conocí para un reportaje que le hicimos cuando estaba en Women’s Health. Esta mujer es el buen rollo personificado. No se puede ser más alegre y cariñosa. Creo que estoy tardando en montarle el club de fans oficial.
Con las actrices Kira Miró y María Hernández, con quienes hacia tiempo que no corría. Un placer volver a coincidir en mallas y zapatillas.
La salida siempre a tope de power. A ver si me modero, porque luego parezco una exaltada. Me falta decir: a las barricadas, compañeros (runners).
Pocas salidas y metas son tan espectaculares como esta de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia. Por eso, me gusta tanto correr en Valencia Ciudad del Running. Ya les he dicho que me van a hacer hija adoptiva.
Y, ya que estaba en Valencia, mis amigos de Runator me dieron el cheque con los 10.000 € que conseguimos recaudar con la carrera virtual #aBostonconmitre y que van directos a la I Beca de Mujeres que corren con Unoentrecienmil. Aún nos faltan otros 52.000 € para sacar el proyecto investigador adelante, el mayor y mejor estudio hecho hasta la fecha sobre cáncer infantil y actividad física. Toda la información para colaborar en esta beca la tenéis aquí.
Ya daba por terminada la temporada, pero ahora me acaba de surgir el superplan. La firma Huawei me ha invitado a correr una prueba muy singular, Run Impossible Madrid, que se celebrará el próximo sábado 20 de mayo. Y, como tengo tendencia a apuntarme a un bombardeo, si es en mallas y zapatillas, allá que me voy (mira que me gusta hacer la maleta). Solo hay 200 plazas (inscripción gratuita aquí), para poder participar en este singular recorrido, que incluye el Museo del Ferrocarril, la estación fantasma de Chamberí y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. ¡Esto me suena a fiesta! Las inscripciones están ya abiertas y los 200 elegidos podrán probar el nuevo reloj Huawei Watch 2.
Fotos: Aitor Audicana para Wings for Life World Run.
