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Sobre influencia y responsabilidad

influencia y responsabilidad

Este pasado domingo, leía en el periódico El País un artículo de Vargas Llosa titulado «Conducta Impropia» y me acordé de mi post sobre por qué Dulceida no debería salir fumando en su cuenta de Instagram.

Vargas Llosa decía lo siguiente: «El talento y/o la celebridad, que, no está demás recordarlo, no van siempre juntas, debería exigir una prudencia mucho mayor en la conducta de aquellos que, con justicia o sin ella, merecen o simplemente han logrado ser ensalzados y admirados por la opinión pública».

Conclusión para los que leen en diagonal: uno en el ejercicio de su libertad puede hacer lo que quiera (con matices), hasta dejarse la salud fumando, pero cuando te siguen dos millones de personas, esto conlleva una responsabilidad. En mi anterior post le pedía a Dulceida (por cierto, nunca me contestó como era de esperar) que no saliese fumando en su perfil y que, con su capacidad para conectar con miles de adolescentes, aprovechase para sumarse a una causa, cualquiera que estuviese cerca de su corazón, porque lograría cambiar el mundo.

Y, hoy, justo me envían  este vídeo de  María Herrejón, con casi 300.000 suscriptores en su canal de Youtube y 443.000 followers en Instagram, y me alegré mucho de que alguien, quien, también, conecta con tantos adolescentes, colabore con la Asociación Española Contra el Cáncer de Valencia.

Ojalá el ejemplo de este vídeo de Herrejón sirva de impulso a expertos y divulgadores, como la nutricionista Gabriela Uriarte (@gu_nutricion en Instagram) y al cocinero y experto en nutrición infantil, Juan Llorca (@juanllorca en Instagram), quienes cada día se esfuerzan desde sus perfiles por difundir hábitos de vida saludable. Muchas veces es una tarea titánica porque hay que lidiar con mucha incromprensión y, también, con ataques furiosos, a golpe de click, de quienes se revelan ante un par de verdades. Cuando las palabras están avaladas por la ciencia no hay margen para la opinión. Es así y no cabe discusión, porque la ciencia es objetiva, la opinión no. Así que desde aquí, mucho ánimo a todos esos expertos que cada día, a través de sus blogs y redes sociales, nos enseñan, sobre todo, a tener más espíritu crítico.

Las redes sociales e internet son increíbles. Y lo dice alguien que comenzó su carrera como periodista en revistas de papel y, ahora, pivota entre los dos mundos. El 2.0 es la máxima expresión de un sistema democrático: nos da voz a todos. Democracia pura y dura pero, también, un caldo de cultivo muy peligroso para la desinformación, y lo más grave, la manipulación. En la pasada edición del Web Summit en Lisboa, uno de los grandes temas fueron las fake news (noticias falsas) y todavía estoy en shock recordando las palabras de Brad Parscale, director digital de la campaña presidencial de Donald Trump, quien contó, sin pelos en la lengua, cómo habían invertido más de 100 millones de dólares en Facebook, lo que les había permitido generar entre 50.000 y 60.000 anuncios diarios en la red social. Y lo de «anuncio» es un eufemismo, porque esto incluye pseudonoticias generadas por perfiles de dudosa procedencia. Parscale, también, contó cómo un equipo de Facebook les ayudó a sacar el mayor provecho de la red social para maximizar el alcance de su mensaje. Y, ahora, conociendo el resultado,  sabemos lo bien que salió la jugada.

Las redes sociales, como Facebook y YouTube, y buscadores como Google, nacieron como agregadores de contenido y, ahora, son la única fuente de información para millones de personas.  Esto es grave, porque se rigen por un algoritmo (una fórmula matemática), y con tanto bot ruso y con ele ejemplo de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, queda claro lo peligroso del asunto. Mientras no haya una regulación, o una autorregulación, por parte de estos gigantes 2.0 debemos ser más críticos que nunca. Por otro lado, cada día es más difícil saber, y diferenciar, entre un contenido editorial y otro patrocinado. Por eso, ojalá cada vez más influencers dejen claro  las relaciones comerciales que establecen con las marcas. Se lo deben a su audiencia. Aquí mi política de publicidad responsable por si alguien tiene alguna duda.

El #Mitreconsejo para cerrar el post de hoy: no te quedes con una única versión. Como decía el mítico anuncio de detergente: «busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo».

Foto: Silvia Domínguez Vidal.

 

 

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