Mis hidratantes favoritas

No sé si a vosotras os pasa, pero con la hidratante de rostro me cuesta mucho ser infiel. Es como ese par de zapatos que cuando te los pones tienes la sensación de haber llegado a casa y podrías llorar de pura felicidad. Y es que, ¿hay algo más horrible que unos que te hagan daño? Pues con la crema a mí me pasa algo parecido. A veces me aventuro, quiero nuevas experiencias, pero siempre vuelvo. ¡Nací para ser casta! Tengo dos básicos, de esos de fondo de armario, que nunca me fallan: uno más caro y una versión lowcost. Aquí os los muestro.

Llevo varios años usando Advanced Super Restoring Bio-Performance de Shiseido (130 €). Es muy nutriente, se absorbe enseguida y la uso tanto en invierno como en verano. Por lo general, no me gustan las cremas que ya incorporan SPF, no suelen tener más de factor 15 y nos dan una falsa sensación de seguridad. Tras limpiar la piel en la ducha con una fórmula al agua, es el tratamiento que aplico todas las mañanas. A continuación, la protección solar. No necesito utilizar un serum debajo porque es un potente cóctel antiedad y, además, la sensación de piel hidratada se prolonga todo el día, gracias al ácido hialurónico. La fórmula incorpora, además, extracto de hoja de manzano para proteger los fibroblastos (los responsables de dar sostén a la piel) y que se degradan por acción de la radiación ultravioleta (vamos, el sol). Tampoco uso contorno de ojos (esto empieza a parecerse a las confesiones de una directora de belleza) porque no lo necesito, aplico la misma crema y, por las noches tras limpiar, uso en la zona aceite de argán o rosa mosqueta. Aunque esta apuesta de Shiseido no es barata, una pequeña cantidad cunde muchísimo.

Mi otro must hidratante es Tres Áreas de Cuidado Intensivos de la línea Regenerist de Olay (32,50 €). Elijo la versión sin perfume. Para mí gusto uno de los mayores problemas de las cremas de gran consumo es que están excesivamente perfumadas y yo no lo soporto (tengo la pituitaria muy sensible, ¡qué le vamos a hacer!). Ya puede tener una textura increíble, una investigación de Premio Nobel y varias patentes, que como huela mucho no la puedo usar porque termina dándome dolor de cabeza.

Ésta de Olay es la que aplico al mediodía cuando vuelvo de correr. Me encanta la textura y la fórmula es una bomba antiaging a base de péptidos (cadenas de aminoácidos) muy efectivos en la lucha contra el envejecimiento cutáneo ya que refuerzan la función barrera de la piel evitando, entre otras cosas, la deshidratación. Además, incorpora carnosina (un dipéptido, que es la unión de dos aminoácidos) que actúa como escudo protector frente a los radicales libres, esas moléculas malignas (producidas por el tabaco, la contaminación, la radiación ultravioleta…) y que son responsables del envejecimiento prematuro de la piel.

Éstas son las fórmulas que a mí me van bien, pero esto no significa que sean las adecuadas para tu tipo de piel. Como tan bien explica mi amiga la Dra en Biología celular y Genética María Matabuena (a quién podéis seguir en su blog Science in beauty) «las células, en general, necesitan agua, hidratos de carbono (azúcares), aminoácidos, vitaminas y lípidos (grasas). Por eso, los buenos cosméticos  formulados para ‘alimentar’ la piel contienen todos estos elementos, de buena calidad y en cantidades suficientes para estimular las células. El problema es que aunque en las etiquetas podemos ver la composición, las cantidades de cada ingrediente no están disponibles. El precio puede ser un referente, pero no una garantía, pues un cosmético más completo suele tener un coste más elevado para el fabricante (y por tanto, se vende más caro). Sí, hay que tener en cuenta a las firmas que apuestan por la calidad y la investigación continua en sus fórmulas».

Entonces, ¿qué debemos buscar? Como explica María «la base de un cosmético hidratante o nutritivo siempre será: agua, lípidos, conservantes y, en general, colorantes y perfumes. En función de la cantidad de agua-lípidos la textura variará de menos denso (si tiene más cantidad de agua) a más denso (si contiene menos): leche-gel-crema-ungüento. Los conservantes, aunque no aportan beneficios por sí mismos a la piel, evitan que haya contaminaciones nocivas, mientras que los colorantes y perfumes, los hacen atractivos a vista y olfato. A estos componentes básicos se irán añadiendo principios activos como la glicerina o glicerol que, al igual que el ácido hialurónico, tiene propiedades altamente humectantes (retiene el agua) o los aminoácidos o péptidos, que son los elementos que forman las proteínas y que ayudan en procesos de regeneración a que las células sinteticen proteínas. Vitaminas y oligoelementos, moléculas fundamentales para que las células puedan dividirse adecuadamente para regenerar la piel, producir proteínas nuevas que sustituyan a otras dañadas, y actuar contra los radicales libres de forma más eficiente. El problema de las vitaminas es que suelen tener una vida media corta, por lo que suelen utilizarse extractos de lecitina de soja o germen de trigo que las aportan de forma más estable».

Un truco para cuando vayas de shopping: pide siempre un par de muestras para asegurarte de que la textura y el perfume de la crema te convencen.

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