Hoy no os voy a hablar de ningún producto mágico, ni del último tratamiento para combatir la celulitis. Voy a hacer una reflexión en voz alta pero en versión 2.0. No sé qué me pasa últimamente. Me pongo delante del ordenador y empiezo con la confesión. Esto está a punto de convertirse en un ejercicio de catarsis virtual. No sé si es que he visto demasiado Sex & the City y tengo el síndrome Carrie Bradshaw o que el Espidifen, que tomo para esa muela que me está matando, me intoxica y me nubla el juicio. Sí, últimante, no levanto cabeza (rodilla, muela…) ¡Por Dios, ese tuerto que deje de mirarme!
En fin, Mitre centra que te vas por las ramas. El post de hoy surgió de un pensamiento madrugrador entrando por la puerta de la oficina. Ahí va: ¿Compensa esta vida que llevamos? Vaya por delante que me apasiona mi trabajo y que estoy muy feliz en el plano personal. Pero a veces, tengo la sensación de que nosotras, como mujeres, nos imponemos obligaciones y deberes, a lo «porque yo lo valgo», y que, además, nos pasamos la vida con la sombra del pensamiento negativo al acecho. No sé si nos viene de serie pero ¿quién no tiene alguno de estos pensamientos recurrentes?
«Esto no me lo como que engorda un huevo»
«Vaya, me comí ese pedazo de helado de chocolate. Pues ahora no ceno»
«Pero, ¿qué he hecho yo para merecer este pelo?»
«Tengo la piel horrible. Esto nos son poros, son cráteres»
«Esta tripa es un horror. Si me cuelga y todo»
Así que nos pasamos la vida automortificándonos, añorando el cuerpo que no tenemos y encima haciendo malabarismos para que en 16 horas dé tiempo a:
Ir a la oficina y cumplir con tu trabajo
Encargarte de que en casa la nevera no haga eco
Pedir cita para que el niño vaya al dentista
Acordarte de llamar a tu suegra, porque la pobre tiene mal un brazo
Llevar por fin esa camisa al tinte, arreglar el bajo del pantalón o ponerle una reclamación a Telefónica, porque este mes te ha metido 9 € de más y no sabes por qué.
Y así podría seguir hasta el infinito y más allá. Sólo con ennumerarlo me da flato. Así que hoy, mi recoconocimiento para todas esas madres del mundo, porque sois super woman. Yo no tengo hijos y no me puedo llegar ni a imaginar lo complicado que debe ser manejar ese circo de tres pistas (¿mamá, cómo lo hiciste?). Yo tengo suficiente con mi trabajo, mi casa y mi vida virtual. Por cierto, qué iluminado creó ese término de «conciliar». ¿Hay alguien ahí que se lo crea?
Como sé que hay muchas cosas que no podemos cambiar, porque este «tinglao» está montado así, quiero compartir con vosotras el Manifesto de Lynne Franks para que nos inspire. Lynne es poco conocida en España, pero fue una auténtica gurú de las RRPP en Inglaterra. Ella creó la semana de la Moda de Londres, sus fiestas y eventos eran míticas y su influencia en el sector del entretenimiento y la moda fue tal que hubo hasta una serie de televisión inspirada en ella (Absolutely Fabulous).
Ahora, Lynne está completamente retirada del mundo del showbusiness y la comunicación pero hace consultoría y coaching para mujeres enpresarias y trabajadoras. En su libro Seed, incluye un manifiesto que me parece perfecto para todas nosotras. Es maravillo. Está en inglés, pero se entiende muy bien. A partir de ahora, repetiré como un mantra: «Recuerda que no soy perfecta pero estoy haciéndolo lo mejor que puedo». Disfrútalo.
http://www.youtube.com/watch?v=4_KeLDrD8jA&w=420&h=315
Gracias por descubrirme a Lynne Franks! ya tengo The seed handbook en mi poder!!
Delegar, sonreir más, respirar…Romper normas….Vive como si fueras a morir mañana. Baila como si nadie te estuviera viendo. Aprende como si fueras a vivir para siempre.
No nos permitimos fallar y así nos va…sobrecargadas de trabajo!
Muy bueno Cris!