El nuevo feminismo fit

“El deporte y el fitness están provocando un cambio en el estilo de vida de las mujeres de todo el mundo”, declaraba el pasado mes de octubre Mark Parker, Presidente y CEO de Nike Inc., en la presentación mundial en Nueva York de la nueva colección de mujer de la firma, que se convirtió en una celebración del deporte con la mujer como protagonista.

Y yo no podía estar más de acuerdo mientras veía desfilar (emocionada) a veintisiete de sus atletas, como las corredoras Paula Radcliffe y Joan Benoit Samuelson, a quienes admiro muchísimo, porque sus logros van más allá de las pistas de atletismo.

En la imagen las veintisiete atletas que protagonizaron sobre la pasarela un desfile muy especial. 

El ADN journey de Nike, una increíble sala en la que vimos 30 años de historia del deporte femenino: desde las zapatillas con las que Joan Benoit ganó la primera maratón olímpica femenina, hasta la equipación que lució Serena Williams en el US Open en 2004. Cómo olvidar aquella falda vaquera y el top con tachuelas. 

Si echamos la vista atrás comprobaremos que la incorporación de la mujer al deporte es bastante reciente. Basta este ejemplo. Hasta 1984, no hubo una maratón femenina en unas Olimpiadas. Tuvimos que esperar hasta los Juegos de Los Angeles para poder ver cómo Joan Benoit Samuelson, cruzaba victoriosa la meta en 2h 24:52, tras 42 kilómetros y 195 metros infernales, con una humedad y un calor insoportables. Como me contaba la corredora y activista Kathrine Switzer (la primera mujer en correr la maratón de Boston), «después de más de 17 años conseguir que esta prueba estuviese en los Juegos, que además fueron televisados, era muy importante, porque todo el mundo se daría cuenta de que las mujeres podíamos hacer todo lo que nos propusiésemos. En cierto sentido era tan importante como el sufragio femenino, porque era el equivalente físico de la aceptación social de las mujeres», me contaba Switzer.

Ahora, el «nuevo feminismo» es el trending topic y, aunque hay quien huye de la etiqueta, yo estoy feliz de que se genere el debate y me pongo la camiseta de feminista sin ningún tipo de prejuicio ni complejo. Este fin de semana leía en la revista Yo Dona que, según un informe que acaba de publicar Oxfam, los salarios femeninos son de media entre un 10% y un 30 % inferiores a los de los hombres por un trabajo equivalente en todos los sectores y en todas las regiones del mundo.  Al ritmo actual, serán necesarios 75 años para que nosotras percibamos el mismo sueldo por igual trabajo. Aproximadamente 600 millones de mujeres (el 53% de las trabajadoras del mundo) tienen empleos inseguros que normalmente no están protegidos por la legislación laboral.

En la misma revista, venía un mano a mano entre las periodistas Elena S. Sánchez y Florinda Salinas, ésta última decía que «no es necesario recurrir a a sesudos estudios de género para comprobar que los hombres siguen dominando el mundo basta con abrir un simple periódico y ver que el en el G7 solo hay una mujer, Angela Merkel«.

Y, ¿qué tiene que ver todo esto con el running o el fitness? Pues mucho más de los que creemos. La actividad deportiva nos da confianza, autoestima, seguridad en nosotras mismas y cuando una mujer está segura de sí misma no hay distancia, dificultad, prueba o desafío que le impida llegar hasta la meta. Y si no, ¿por qué en algunos países han prohibido las maratones femeninas?

Ayer, gracias al documental de La Caña Brothers Valencia ciudad del running, descubrí la historia de otra corredora, una heroína anónima: Alejandra Soler. Tiene 101 años y corrió su primera carrera en 1927. En aquella época, como ella misma rememora en el documental «una mujer corriendo en pantalones cortos era como de hijos de Satanás. He pasado hambre, frío, he vivido la Guerra Civil española y la batalla de Stalingrado. Y salí de allí por narices. Eso fue como una carrera maestra. Sólo se puede llegar al final mirando de frente y esa energía, ese espíritu te lo da correr«.

Podéis ver su historia en este vídeo, en el minuto 32:08.

En los últimos cuatro años, he visto (y vivido en primera persona) cómo las mujeres nos acercamos al deporte de manera muy distinta a cómo lo hacíamos en los 80. Y para prueba estos vídeos.

Jamie Lee Curtis en la película Perfect, a tope de lycra.

Inolvidable Jane Fonda. Fijaos en el estilismo de una de las participantes (la visera tiene tela)

Y nuestra Eva Nasarre, quien nos hablaba de footing en Puesta a punto y en 1983 predecía que era «una moda que seguro que no pasa de moda».

Y en los 90, llegaba Cindy Crawford y hay un tímido cambio en el mensaje. En el vídeo ella misma reconoce: «con los años he aprendido que hacer ejercicio es algo más que ser capaz de entrar en mis vaqueros de la talla 38».

Pero creo que es justo ahora, con el boom de las redes sociales e internet, cuando hay un verdadero cambio. Porque las protagonistas somos nosotras: tú y yo. Mujeres que en torno a una comunidad global, y a través de las pantallas de nuestros móviles y tablets, inspiramos a nuestras amigas, vecinas, compañeras de trabajo… ¡a moverse! Pero lo más increíble de todo son nuestros motivos. En los 80 y en los 90 nos calzábamos las zapas y nos poníamos los calentadores con el único objetivo de perder peso y, ahora, aunque a veces esa puede ser la llama que prenda la mecha, hay una nueva métrica para medir nuestros progresos: la cultura del esfuerzo.

Creo que cada vez más mujeres se engancharán a la práctica deportiva porque entre todas estamos construyendo un nuevo lenguaje que habla de sentimientos y sensaciones: superación, alegría, felicidad, amistad, solidaridad… y todo mientras sudamos.

Y no es que me haya puesto filosófica porque hay datos. La comunidad digital de Nike (Facebook, Twiiter, Instagram y otras plataformas) está formada por más de 65 millones de mujeres. De hecho, su aplicación, Nike + Training Club ha sido descargada más de 16 millones de veces y más de 9 millones de mujeres se han bajado su app de running Nike +.

¿Pues sabéis cuál es la palabra que más utilizan esas mujeres en el Facebook, Twitter o Instagram de Nike? AMOR.

No hay mensaje más poderoso que el que dicta el corazón, así que desde aquí seguiré con mi particular batalla por la vida activa porque, sobre todas las cosas, moverme me hace feliz y quiero que cada vez más mujeres descubran la increíble sensación que produce cruzar un arco de meta. Por mí y por todas vosotras, sigo. Porque se puede cambiar el mundo a golpe de zapatilla.

«A una mujer se le mide por las cosas que no puede controlar. Se le mide por las curvas que hace su cuerpo y por donde no las hace, por las zonas en las que es plana, recta, o redonda. Se le mide por el 90-60-90, por su edad y por otros números, pero todas esas cosas de fuera no suman para definir quién es ella por dentro. Así que si hay que medir a una mujer, hagámoslo por las cosas que sí puede controlar, por quién es ella y quién intenta ser. Porque como saben todas las mujeres, las medidas son solo estadísticas y las estadísticas mienten», campaña de Nike de 1990.