Detox digital. Sí. Lo he hecho. Este verano decidí pasar unas vacaciones sin Instagram, un tiempo de descanso en un nueva versión unplugged en toda regla. Y, sí, sobreviví y aquí estoy de nuevo.
El día antes de poner rumbo a mi destino de vacaciones, colgué esta foto en mi Instagram (puedes seguirme aquí). No quería desaparecer sin más, porque sabía que habría mucha gente preocupada si no entraba en bucle o no subía una foto sudada y en mallas. Y lo agradezco de corazón, porque sé que ahí afuera hay quien me aprecia, pero necesitaba disfrutar de mi tiempo libre sin tener que contarlo y compartirlo. ¿Por qué? Todos necesitamos un espacio privado en el que disfrutar de los nuestros y, porque (sí, confieso de nuevo y a este paso voy a parecer la Pantoja en Hoy quiero confesarme) tengo mucho apego a mi iPhone.
Estoy segura de que como el 90 % de la población, aunque hay quien se niega a admitir que está enganchado al móvil. Por cierto, según las estadísticas chequeamos unas 200 veces al día nuestro smartphone (o lo que es lo mismo: una vez cada seis minutos y medio) y una de cada cuatro personas pasa más tiempo online que durmiendo. No sé la de veces que habré escuchado en mi entorno eso de: «no, no estoy enganchado como tú». Para luego ver cómo sacan el móvil (sin ser conscientes) para mirar, Facebook, WhatsApp, Instagram o buscar el clásico dato irrelevante en la Wikipedia mientras estamos comiendo. Así que yo prefiero admitir que estoy enganchada y tomo medidas.
Quería pasar unas vacaciones contemplativas para no perderme nada, no quería interrumpir una cena o una conversación sacando una foto de un plato o escuchar los resoplidos del bundle Pack cuando le pido que repita la foto, porque no me veo bien. No quería perder tiempo pensando qué imagen iba a subir ni qué iba a contar, ni perderme una explicación, una charla o unas vistas por estar demasiado pendiente de mis varios grupos de WhatsApp.
Las redes sociales me encantan, trabajo con ellas a diario, pero para mí son eso: trabajo. Una extensión más de lo que hago y por eso, tenía la necesidad de colgar el cartel de vacaciones. Ahora, con mi trabajo como freelancer, porque es más difícil poner frontera entre el tiempo personal y el profesional. Aunque me interesa mucho lo que cuenta el resto, quería vivir mis vacaciones y no las de toda la gente a la que sigo.
Tengo un blog, manejo varias redes sociales (8 perfiles entre Instagram, Twitter y Facebook) y si hay alguien que cree en el poder del social media soy yo, que me inventé un hashtag #mujeresquecorren, que desembocó en un movimiento social y que, hoy, es una beca de investigación para el cáncer infantil. Pero también me parece importante poner los límites o al menos yo, que soy intensa por naturaleza, necesito ponerme freno, porque si no no logro desconectar y estoy en modo tramando 24 horas siete días a la semana. Y os aseguro que eso no hay cuerpo que lo resista, como ya comprobé hace dos años (os lo conté aquí).
Ir por la vida sin móvil es liberador, tanto o más que andar por casa desnuda con un gorro de ducha en la cabeza. Por cierto, si no lo habéis probado estáis tardando. Sin móvil no te distraes y es increíble volver a recuperar la capacidad de concentrarse y, sobre todo, de escuchar (que no es lo mismo que oír). Hay veces que pienso que si hubiese tenido un dispositivo móvil durante la carrera, no me hubiese graduado en la vida. La tentación hubiese sido demasiado grande.
En la foto, llevo vestido de Adidas (temporada pasada) y zapatillas Milano de HOFF
Y, ahora, qué. Pues en mi día a día, sigo poniendo en práctica algunos consejos para hacer detox digital que me ayudan desde hace tiempo. Aquí los comparto con vosotros, porque a veces para estar más presentes no hay que hacer mindfulness, basta con quitarse el móvil.
- Cuando llego a casa, los móviles (tengo dos líneas: una para España y otra para Portugal) se quedan junto a las llaves en la entrada de casa, para no estar constantemente pendiente.
- Fuera todas las notificaciones de las aplicaciones y, también, de los dispositivos que tengo asociados al móvil (por ejemplo, mis relojes de correr). Solo tengo activada las llamadas entrantes porque a veces cuando suena el móvil no lo oigo y me parece una buena opción.
- A la cama sin móvil (siempre). Cuando me despierto no quiero que se me dispare el cortisol (hormona del estrés) al ver ningún e-mail. Me conecto después de haber desayunado.
- Lo mismo aplica para cuando estoy viendo la televisión o leyendo un libro. Nunca tengo los móviles cerca, porque sé que irremendiblemnete voy a mirarlos en algún momento. Sí, soy débil y para esto no tengo fuerza de voluntad. Así que prefiero evitar la tentación. Si tengo los móviles cerca, no me concentro igual.
- Restringir la conexión Durante mis vacaciones (las pasé en un barco) solo podíamos conectarnos gratis al WiFi una hora al día y no tuve ningún problema, aunque en mi día a día es imposible ponerlo en práctica, porque mi trabajo está en la redes sociales, etc pero no me parece una mala idea restringir el uso lúdico de internet a un horario determinado. Y para lo adictos al mail un último apunte: a las nueve de la noche nadie debería estar mandando e-mails, porque no son horas de oficina. Si tienes un equipo a tu cargo creo que es un pésimo ejemplo, porque estás dando por sentado que ellos, también, tienen que estar conectados y disponibles. Si aún así no eres capaz de calmar tu ansiedad, escribe el e-mail pero guárdalo en borradores para enviarlo a primera hora de la mañana.
- Empieza de menos a más. Vamos, como con toda en la vida. Como cuando quieres empezar a cuidarte. No puedes quitarte todo de golpe, porque si eres muy restrictivo, será difícil cumplirlo todo. Y si no lo logras, solo generas frustración. Por ejemplo, puedes empezar con quitarte el móvil mientras ves la televisión. Recuerda que se necesitan hasta 66 días para adquirir un hábito. Sé paciente.
- Y para los más intrépidos: sal sin móvil. Si voy a ir a algún sitio con el bundle pack dejo en casa el móvil… y la cartera 🙂
Fotos Aitor Audicana
Yo cuando me voy a la cama lo que hago es desconectar el móvil de internet, desactivo en Ajustes el WiFi y los datos (la conexión 3G ó 4G) no se pierde nada luego cuando conectas te llega.
En la calle cuando estoy haciendo algo y no quiero que me interrumpan conecto al móvil los auriculares y asi no escucho los sonidos de las notificaciones.
En cuanto a notificaciones igual que tu las tengo desactivadas, en WhatsApp no porque tengo familiares que me pueden decir cosas importantes, pero lo que he hecho es ponerle dos sonidos diferentes a las notificaciones de contactos y las de grupos, en general en los grupos nunca suelen decirse cosas importantes.
Del email en el móvil lo que hago es usar las versiones web (como OWA de Outlook) no son tan buenas como las apps pero no molestan tanto.
Twitter lo probé un día y lo deje, esa red social es con diferencia en la que más adictos hay, no le recomiendo a nadie que se haga una cuenta en Twitter si es de los que no saben parar y controlar.
Facebook es más tranquilo pero algunos no paran de publicar tonterías en sus perfiles, a esos he puesto que no me salgan sus notificaciones de lo que hacen.
Y como ultimo truco para los que no sean capaces de dejar el móvil mi recomendación es que se vayan una temporada a un pueblo pequeño o zona sin cobertura móvil que aun los hay.
Me gustan tus consejos! Solo un apunte, si dejas el móvil para estar más presente en lo que estás haciendo, ya estás practicando Mindfulness. No hace falta meditar propiamente para practicar Mindfulness. ????
Me encanta!!! Aplicaré alguno de tus consejos. Gracias guapa