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Motivación cómo mantenerla (para siempre)

motivación running

Cómo mantener la motivación. Sí, sé que es difícil, porque he pasado por lo mismo muchas veces. Empezamos siempre con muchas ganas, desde ese curso de inglés para ponernos al día hasta las clases de Zumba y, a los pocos meses, inevitablemente decae (en picado).

Hoy, «estuve colocando» mi cabeza por videoconferencia (soy muy 2.0, lo sé) con mi amiga la psicóloga Marta Redondo de IPES. Ella me ayudó mucho a superar la crisis de ansiedad y estrés que casi me tumbó hace dos años (lo conté aquí) y que supuso un antes y un después en cómo me tomo las cosas y la vida en general. Así que, ahora, soy capaz de escuchar las señales de alarma y ponerme en guardia.

Hablando con Marta, me doy cuenta (una vez más) de que correr tiene mucho que ver con la vida en sí misma. Todos empezamos a darle a la zapatilla con brío, aunque nos cuesta la misma vida. Pero a medida que avanzamos, y vamos ganando en fuerza y resistencia, nos venimos arriba. Nos apuntamos a carreras, no nos saltamos unas series y hablamos con soltura sobre el fartlek, la pronación o el tapering. Cada vez empezamos a ser más ambiciosos con nuestros objetivos. Queremos más: más distancia, más ritmo, más rápido… y, lo que comenzó como un pasatiempo, se convierte en una obligación que nos pesa: un nuevo debería. ¡Qué fácil es caer en la trampa!

Ahora que arranco mi aventura en solitario, con este proyecto digital, con mis conferencias, mis colaboraciones con otras publicaciones y con todos esos enredos tan ilusionantes, me pasa un poco lo mismo que cuando empiezas a correr. A veces presa de la emoción, pierdo la perspectiva, me dejo llevar por la ilusión y las ganas, me apunto a un bombardeo, empiezo con la lista de pendientes…. y me paso de frenada. Lo bueno es que, ahora, veo venir a mi amiga la ansiosa y sé pararla. Cuando me puedo el agobio, pienso: «y, esto, ¿por qué lo hago? ¿Cuál es mi motivación? ¿Cuál es la meta? Solo si tienes claro el porqué y el para qué eres capaz de escoger lo esencial y olvidarte de lo secundario. Y, sobre todo, de disfrutar.

Con Marta he llegado a la conclusión de que corriendo soy mucho más flexible que en mi día a día. Tengo un objetivo: llegar a Boston pletórica y para plantarme en el arco de salida de la maratón, he tenido que ir superando pequeños obstáculos, marcando metas a corto plazo, como mejorar mi base aeróbica, aumentar la fuerza de mis piernas o trabajar mi flexibilidad.  También, soy consciente de que no todos los días tengo la misma energía (y me lo perdono) y de que no en todos lo entrenamientos puedo rendir al máximo. Por ejemplo, este fin de semana clavé las series y ayer me visteéis por el stories de Instagram cómo sufrí para rodar doce kilómetros, porque tenía las piernas como dos columnas jónicas. Pero soy consciente de que esto, también, forma parte del camino para disfrutar de los 42 kilómetros. ¿Por qué en el día a día no soy tan flexible? A veces centramos todo el esfuerzo en alcanzar la meta (la promoción, ese viaje tan ansiado, esa subida de sueldo, ese evento tan importante, ese proyecto personal que quieres que salga…) y olvidamos que el camino a veces tiene cuestas, porque no todo sale a la primera, pero también, hay rectas infinitas y momentos únicos para gozar de esa increíble sensación de estar lleno de vida.

La clave para estar motivado en la carrera (y en la vida) es tener claro el objetivo, para no perder el rumbo, ni dar bandazos. Si realmente fuésemos conscientes de que el verdadero beneficio de la actividad física en general, no solo de correr, es emocional, nos engancharíamos de por vida. En este post que escribí para ELLE os hablo del ejercicio intencional, que como explica Wendy Suzuki en su libro ‘Cerebro activo, vida feliz’, «produce una mayor motivación y un estado emocional aún mejor». Creo que deberías probarlo.

Y si queréis que os pegue un subidón de endorfinas, echad un ojo a este vídeo de la Enviada Especial de ELLE que grabé en San Francisco.

Mañana, más y mejor. Gracias por estar ahí.

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1 comentario
  • Lo del cerebro activo es una verdad como un templo. Aquí me tienes, a los 42 y aún no me he quitado la mochila de estudiante. A este paso me pillan mis hijos! Y eso espero. Estudiar, investigar sin más proposito que el de ser mejor persona y alimentar la cabecita me hace feliz. Y si a eso le añadimos un poco de ejercicio, las piezas encajan. Trabajando la motivación, of course porque anda que no hay tentaciones fáciles para abandonarnos!! Gracias Mitre por tu reflexión y a descansar #limpinayfresquina of course 😉

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Cristina Mitre