Mi receta de copos de avena para desayunar

Ya os he hablado en más de una ocasión sobre el desayuno, una de esas comidas en las que es muy fácil meter la pata, porque nos pueden las prisas y, también, el hambre. En un post anterior compartí con vosotros mi receta de tapioca y, hoy, os quiero enseñar otra muy sencilla: los copos de avena, un desayuno muy habitual en los países anglosajones, donde se conocen como porridge. Es super fácil de hacer (se puede dejar incluso preparado la noche anterior) y, además, muy saciante. Aquí tenéis el paso a paso. Ya veréis que no hay que ser Jamie Oliver para disfrutar de un gran desayuno y con una presentación digna de Instagram.

Hace más de un año que no tomo leche, porque nunca me ha gustado, aunque sí consumo lácteos como yogures (siempre naturales y sin azúcar), queso fresco batido, queso  fresco granulado tipo cottage (en tostadas de centeno o maíz y con miel para desayunar) y requesón de cabra, que también tomo en tostadas. Si os parece, os haré un post de cómo preparar unas tostadas diferentes. Ojo con las bebidas vegetales. Mirad siempre las etiquetas y comprobad si es una bebida vegetal de verdad. Para esta receta uso la de Oatly de avena, porque solo lleva avena, agua y sal marina. Es cara, si se compara con la leche de vaca, porque son 2 € y pico, pero francamente, yo no tengo tiempo (ni ganas) de ponerme a hacer bebida vegetal en casa. En Lisboa la compro en herbolario y en España la he conseguido en Supercor. Hay mucha bebida vegetal llena de porquerías y que son solo agua. Insisto: leed la etiqueta. Prefiero la avena, porque la almendra la repito y la de soja no me gusta el sabor. La de avena que suelo comprar, viene enriquecida con calcio, aunque no es la de la foto. La bebida vegetal de avena no es nutricionalmente muy «interesante», como dirían los expertos, porque por ejemplo, no aporta nada de proteína como sí tiene la de soja, pero me gusta para preparar los copos de avena (puedes usar agua) y, también, para manchar el café. Si queréis saber más sobre las bebidas vegetales, mirad este vídeo de Mi Dieta Cojea donde lo explica muy bien  y este post sobre la leche en general de Dimequecomes.

Echo la bebida vegetal en una cazuela. Igual que aquí os conté que la vaporera de bambú es para mí la mejor inversión del mundo, las ollas de Le Creuset y los cazos, también. Duran, de verdad, toda la vida. No se pega nada y sirven para todo tipo de cocinas (gas, vitrocerámica, inducción, etc). Mi amiga Webosfritos, también, es una gran fan.

Utilizo copos de avena suaves, estos son ecológicos de Maruma, pero podéis encontrarlos ya casi en cualquier supermercado. Suelo usar de tres a cuatro cucharadas y un par de tazas de leche vegetal y con estas cantidades me da para dos desayunos. Veréis que en los supermercados venden la avena, también, en hojuelas. Es más gruesa, tarda más en cocinarse y para el porridge a mí no me gusta cómo queda, porque la textura es demasiado compacta. Con los copos suaves integrales te queda un textura como de arroz con leche. Salivo solo con pensarlo.

No hay que hervir la leche, basta con calentar y remover para que los copos cojan esa textura papilla. Yo echo un poquito de miel, porque me gusta mucho el sabor que deja. Sí, azúcar. Echad un ojo a este vídeo en el que explican (con ejemplos) qué es un azúcar libre, azúcar añadido y azúcar naturalmente presente en los alimentos.

Remueve hasta que la avena coja la textura que te guste, más o menos líquida. Usa siempre una cuchara de madera para no estropear tus ollas.

Acompaño los copos con un plátano. Aquí en Portugal como no hay plátanos de Canarias compro los de Madeira. Me gustan mucho más que las bananas y, además, son de proximidad. Os dejo este post de Aitor Sánchez en el que  precisamente habla sobre cómo hacer la compra de manera sostenible.

Abre el plátano por la mitad y para que te queden las dos mitades con el mismo grosor, pártelo como hago yo en la foto.

El plátano lo doro un poco en la sartén, como si lo hicieses a la plancha, con un poco de aceite de coco.

Normalmente no cocino con aceite de coco, prefiero el aceite de oliva virgen extra, pero para esta receta y, también, para la crema de calabaza me gusta el sabor que aporta.

Y lo que sobra de la cuchara lo aprovecho para darme un masaje en las manos y en las cutículas.

Sirvo todo en un bol (si venís a Lisboa pasad por esta tienda para comprar cerámica) y para darle un toque de color al plato y, porque me las han regalado, echo unas semillas de chía, también de Maruma. Se puede vivir sin chía y sin quinoa, como hemos hecho hasta ahora. Así que no os volváis locos con los superfood, ni con los detox… sé que es fácil caer en estas modas, porque yo he sido la primera en desayunar chlorella, lo más parecido a beber agua de una poza… por no hablaros de los gases efecto invernadero que me daba. Para llevar una dieta sana, aseguraos de comer fruta de temporada, verdura en abundancia, no toméis bebidas gaseosas azucaradas (ni siquiera las light), bebed agua… ¡no hagáis difícil lo fácil! No busquéis el ingrediente milagroso, porque no existe.

Y un toque de canela para terminar.

Esta canela la compré en Trader Joe’s en Estados Unidos. Un supermercado con mucha oferta y variedad ecológica, que me gusta mucho, incluso más que Whole Foods, porque hay de todo y es más barato. Si vais, por favor, comprad las almendras tostadas. Son divinas. Además de las tiendas de cosmética, cuando viajo tengo cierta fijación por visitar y comprar en los supermercados locales. Me resulta curioso ver qué y cómo se compra en otros países.

Y, ahora, si me perdonáis, me dispongo a desayunar. ¡Buen provecho!

Nota: la camiseta es de Dolores promesas y los anillos de Dime que me quieres, Oiubyou y &Other Stories.

Fotos: Silvia Martínez.